Hace más de un año que no pasaba por aquí, creo que es tiempo de un reconciliación.
Estoy comenzando una nueva etapa dentro de mi vida, estoy llena de temores, pero dispuesta también a superar mis miedos, las diferentes pruebas que día a día me son presentadas para continuar con mi desarrollo personal.
He aprendido a respetar mis ideales, a depfenderlos a creer en mi nuevamente y a superar mis momentos de crisis.
El año anterior me dejé sumergir hasta casi tocar fondo, sabiendo que como el ave fénix renacería desde las cenizas. Y me siento orgullosa de lo que soy capaz de hacer por amor a mi. Puede sonar un poco narcisista, pero eso no viene al caso, simplemente tengo la necesidad de compartir mi escasa estabilidad emocional, mis luchas por estabilizarla y los resultados que de a poco voy obteniendo. Este año comenzó de una manera dura, dolorosa, y he aprendido a convivir con eso, a aceptar que cuando escogí tomar una decisión que marcaría mi rumbo por los proximos cinco o siete años, junto con ella también tenía que asumir los riesgos que acarrearía a corto y largo plazo, riesgos que hoy me tocan asumir, con dolor, con temor como dije al comienzo, pero que con ese poco de madurez que he ido adquiriendo con el tiempo se que podré sobrellevar, sufriré, tendré que adaptarme, quizas caerme otra vez, pero no estoy, ni estaré jamás dispuesta a enfrentar una derrota, eso no me lo permitiré.
A Dios siempre, a pesar de la lejanía en la que me encuentro de mi espiritualidad, jamás lo alejo de mis pensamientos, porque se que en cada uno de los días de mi vida me ha acompañado, me ha cogido en sus brazos cada vez que he estado en procesos de cambios, y me acompaña hasta que los supero, y no me suelta de la mano cuando ya me siento estable, ni cuando estoy feliz.
Por eso está presente siempre en mi vida, a pesar de que quizas no comparta mi accionar, pero considero humildemente que trato de hacer las cosas bien, de mantener el equilibrio, sabiendo que ese es mi punto débil, por ahí decaigo, pero me levanto otra vez.. Mi Dios gracias por no alejarme tanto de tu camino... al final he sido tan ingrata como todos tus hijos, y no se si reconocerlo me hace mejor hija, o poco modesta, sólo tu puedes juzgar mis acciones. Sólo tu sabes que me dejo llevar simplemente por el amor, por la pasión que me embarga hacer todo lo que hago. Ay, mi Dios, deseo tanto perdones a ese hombre que hoy sufre... protégelo porque nadie se merece tanto sufrimiento ni el ni mi eterno compañero... Sólo dale vida y salud, para que pueda irse tranquilo, perdonado por ti y por mi familia.
No se en que momento se desvirtuó mi camino, este escrito, sólo tengo claro que todo lo que soy y entrego es de corazón.
Y si tu volundad es que mi camino no sea el más fácil, estoy dispuesta al sacrificio...
Valentina.
Estoy comenzando una nueva etapa dentro de mi vida, estoy llena de temores, pero dispuesta también a superar mis miedos, las diferentes pruebas que día a día me son presentadas para continuar con mi desarrollo personal.
He aprendido a respetar mis ideales, a depfenderlos a creer en mi nuevamente y a superar mis momentos de crisis.
El año anterior me dejé sumergir hasta casi tocar fondo, sabiendo que como el ave fénix renacería desde las cenizas. Y me siento orgullosa de lo que soy capaz de hacer por amor a mi. Puede sonar un poco narcisista, pero eso no viene al caso, simplemente tengo la necesidad de compartir mi escasa estabilidad emocional, mis luchas por estabilizarla y los resultados que de a poco voy obteniendo. Este año comenzó de una manera dura, dolorosa, y he aprendido a convivir con eso, a aceptar que cuando escogí tomar una decisión que marcaría mi rumbo por los proximos cinco o siete años, junto con ella también tenía que asumir los riesgos que acarrearía a corto y largo plazo, riesgos que hoy me tocan asumir, con dolor, con temor como dije al comienzo, pero que con ese poco de madurez que he ido adquiriendo con el tiempo se que podré sobrellevar, sufriré, tendré que adaptarme, quizas caerme otra vez, pero no estoy, ni estaré jamás dispuesta a enfrentar una derrota, eso no me lo permitiré.
A Dios siempre, a pesar de la lejanía en la que me encuentro de mi espiritualidad, jamás lo alejo de mis pensamientos, porque se que en cada uno de los días de mi vida me ha acompañado, me ha cogido en sus brazos cada vez que he estado en procesos de cambios, y me acompaña hasta que los supero, y no me suelta de la mano cuando ya me siento estable, ni cuando estoy feliz.
Por eso está presente siempre en mi vida, a pesar de que quizas no comparta mi accionar, pero considero humildemente que trato de hacer las cosas bien, de mantener el equilibrio, sabiendo que ese es mi punto débil, por ahí decaigo, pero me levanto otra vez.. Mi Dios gracias por no alejarme tanto de tu camino... al final he sido tan ingrata como todos tus hijos, y no se si reconocerlo me hace mejor hija, o poco modesta, sólo tu puedes juzgar mis acciones. Sólo tu sabes que me dejo llevar simplemente por el amor, por la pasión que me embarga hacer todo lo que hago. Ay, mi Dios, deseo tanto perdones a ese hombre que hoy sufre... protégelo porque nadie se merece tanto sufrimiento ni el ni mi eterno compañero... Sólo dale vida y salud, para que pueda irse tranquilo, perdonado por ti y por mi familia.
No se en que momento se desvirtuó mi camino, este escrito, sólo tengo claro que todo lo que soy y entrego es de corazón.
Y si tu volundad es que mi camino no sea el más fácil, estoy dispuesta al sacrificio...
Valentina.